En los últimos meses, la detección de la variante Pirola del COVID-19 ha suscitado preocupación a nivel mundial debido a su alta contagiosidad y síntomas similares a los de la gripe común.
En agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en una rueda de prensa la presencia de Pirola, destacando sus numerosas mutaciones y clasificándola como una variante bajo vigilancia, subrayando la importancia de mantener la alerta a nivel global.
Según informes de Fortune Well, la variante BA.2.856, conocida como Pirola, se distingue por más de 30 mutaciones, marcándola entre las variantes Ómicron. Aunque se ha observado un avance limitado en los últimos meses, su facilidad de contagio la mantiene en vigilancia constante.
A pesar de su clasificación como variante bajo vigilancia, Pirola se considera de baja peligrosidad, según la OMS. No obstante, expertos como Alejandro Macías advierten sobre su capacidad de infectar a aquellos que ya han tenido COVID-19, aunque con efectos menos severos, enfatizando la importancia de medidas preventivas.
Respecto a los síntomas, Pirola comparte similitudes con el COVID-19, incluyendo dolor de garganta, congestión nasal, fiebre y pérdida de olfato. Es crucial destacar que la variabilidad de signos, con cinco de seis casos estudiados siendo asintomáticos, hace difícil establecer patrones precisos para esta variante.
Ante el temor de una nueva pandemia, es esencial comprender la situación actual de Pirola y mantener una vigilancia constante, reforzando las medidas de prevención para mitigar su propagación.